lunes, 13 de marzo de 2017

Zombi. Un Mundo Nuevo. Capítulo 3. Llegando a la casa

Llevarían casi dos horas de viaje, quedaba poco para llegar y pronto amanecería. Pedro conducía atento a la carretera, estaban cerca de la casa de los abuelos, quería pasar para saber si estaban bien. 

Marcos y Raúl dormían. Laura estaba despierta, nunca solía dormir en los viajes, y menos sería en este. Observaba todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Multitud de coches circulaban, y era raro a esa hora de la noche, se podía ver hasta gente andando por el arcén cargada con sus pertenencias. Algo malo debía de estar pasando. 

Pedro miró a su mujer y le sonrió, intentando transmitirle tranquilidad, pero era imposible, él mismo estaba tenso. No era lógico lo que estaba sucediendo. Lo que iban a ser unos días de playa para celebrar el cumpleaños de Marcos, 17 años, se había convertido sin saber porqué en una pesadilla. Miró a sus hijos, tenía miedo por ello, Raúl solo tenia 7 años.

De repente la gente empezó a correr con desesperación, sin rumbo fijo, miró por el espejo retrovisor y lo que vio no le gusto nada, piso el acelerador aumentando la velocidad, solo sabía una cosa, tenía que salir de allí, ya. 

Llegaron a casa de los abuelos, vieron luces encendidas y eso le tranquilizó. Pedro despertó a los niños. 

—¿Ya hemos llegado, papá? —. Raul se restregaba con las manos los ojos, seguía con sueño. 

—No, vamos a ver a los abuelo primero—. Observó la calle, había silencio, todavía era temprano. 

Raul tocó el timbre, la espera no fue larga, el abuelo la abrió la puerta. Su cara era de sorpresa.

—¿Qué hacéis aquí? ¿No estabais en Cádiz? —Laura y Raul entraba en casa. 

—Hubo problema y salimos corriendo, ¿No dice nada las noticias? —preguntó extrañada. 

Mientras, Marcos abrió el pontón del garaje para guardar la furgoneta. Pedro al bajar abrazó a su hijo, estaba preocupado, lo que había vivido hace unas horas no era normal.

—Venga, vamos dentro, a ver si los abuelo saben algo nuevo de lo que está ocurriendo.

En la casa estaban todos sentados alrededor de la mesa de la cocina, la abuela Isabel  en tiempo rico había preparado el desayuno. Pedro se acerco a sus padres y los abrazó.


—Hola mamá. ¿Cómo estáis por aquí?

—Por ahora todo bien, nada raro, solo algunas sirenas han sonado durante la noche, tuvimos que guardar a los perros en el cuartito, no paraban de ladrar —le contó el abuelo Pepe entre sorbos del café.

La abuela se levantó para sacar el pan de la tostadora cuando vio unas imágenes en la televisión, le subió el volumen.

—Mirar lo que están echando en la tele —.La abuela señalaba con el dedo.




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